Escuela castellana. Finales del siglo XIII – Principios del siglo XIV.
“Cristo crucificado”
Escultura en madera tallada con restos de policromía.
156 x 126 cm.
El Cristo Crucificado que presentamos es una excelente pieza gótica probablemente procedente de algún taller castellano. Cristo se encuentra sujeto a un sagrado madero de forma arbórea por medio de tres clavos –esta disposición, que con el paso de los siglos se convirtió en la más habitual, fue atribuida por Lucas de Tuy a los herejes albigenses, que señala que la concibieron así con cierto sentido de mofa y escarnio–, modalidad que comenzó a generalizarse en la segunda mitad del siglo XIII.
Cristo presenta un rostro con una serenidad propia de los Crucificados del siglo XIII y una apariencia general de tranquilidad, no percibiéndose sufrimiento alguno ni tampoco excesivos rastros sanguinolentos. La cabeza está ostensiblemente inclinada hacia la derecha, mostrando un rostro estrecho y alargado con los ojos y la boca cerrada, intentando imprimir algo de dolor, pero con un concepto de serenidad habitual en este tipo de crucifijos. Es una muerte dulce. Muestra una amplia frente, con cejas curvas y nariz de grandes proporciones. El cabello está tratado de manera compacta y animado a través de amplios mechones ondulados dispuestos a los lados de la cabeza sobre los hombros, dejando ocultas las orejas. Por su parte, la barba es menuda y simétrica. No conserva diadema o corona real
El cuerpo, lejos de mostrar algún tipo de rigidez o hieratismo, exhibe un leve movimiento lateral gracias al desplazamiento de la cadera hacia el lado derecho. Asimismo, la doblez de la rodilla derecha permite un leve movimiento lateral que produce una proyección general hacia adelante. La anatomía muestra un tratamiento suave de las formas, abandonándose la apariencia esquemática con las costillas marcadas de raíz románica que se da todavía en algunas imágenes de esta época. El tórax, cintura y abdomen tienden a ser esbeltos y a estar perfectamente definidos, acusándose separación entre todos ellos. El abdomen está ligeramente abultado. De la herida del costado, muy marcada, mana sangre, lo mismo que de la llaga de los pies, pero no en cantidad excesiva.
Los brazos están completamente extendidos casi formando dos diagonales. Viste tan solo un perizonium, o paño de pureza, labrado en la propia pieza y ajustado de tal forma que insinúa la anatomía de las caderas. Es un paño largo de color blanco decorado con motivos geométricos dorados de los que parecen salir una especie de rayos rojos. Está anudado a la cadera derecha por una moña escasamente abultada. Le cubre la rodilla izquierda, dejando al descubierto la otra. Del nudo salen grandes plegados y de gran plasticidad en forma de “U”. Como es característico de este tipo de Crucificados, mantiene los pies dispuestos en rotación externa levemente acusada.
El Cristo presenta algunas pequeñas faltas de policromía, pero su estado general es bueno, dándose la circunstancia positiva de que aún conserva la mayoría de los dedos, algo infrecuente en este tipo de piezas. En definitiva, la obra sería realizada en una fecha imprecisa entre finales del siglo XIII o comienzos del siglo XIV por un escultor del medio castellano.
Agradecemos a D. Javier Baladrón, doctor en Historia del Arte, por la identificación y catalogación de esta obra.