Atribuido a Marcos Zapata Inca (Cuzco, Perú, circa 1710 - 1773)
"La Conversión de San Francisco"
Óleo sobe tela.
156 x 124 cm.
San Francisco de Asís, como todos los que llegaron a santos, sufrieron una etapa de conversión. Nuestra maravillosa pintura nos presenta a Francisco de Asís, precisamente en su etapa de búsqueda, rezando en la capilla familiar.
En cierta ocasión mientras estaba en oración, oyó una voz que le decía: “Vade, Francisce, et repara domum meam” (Ve, Francisco, y repara mi casa). “Desde aquel instante se grabó en el alma de Francisco la compasión del Crucificado” (2Cel 10). Frase que figura en nuestra pintura partiendo de la boca del cristo ante quien reza Francisco.
Al fondo, y no menos importante que la escena principal, el pintor cuzqueño refleja el momento de “su voto firme de pobreza y desprendimiento” ante sus padres y el obispo del lugar.
Su padre, Pedro de Bernardone, puso férrea resistencia a la decisión de su hijo de seguir a Cristo.
Cierto día, no sabiendo ya qué hacer para disuadirlo de sus intentos, lo denunció al obispo. Éste, sin embargo, discreto y sabio, le aconsejó a Francisco que compareciera en su palacio y respondiera a las acusaciones de su padre. Y así lo hizo.
El día señalado se presentó ante el obispo. Tras ser confortado por las profundas palabras de éste, el santo joven tomó una actitud inesperada: se dirigió a una habitación próxima, se despojó de sus ropas y regresó al salón totalmente desnudo (bien por pudor o porque iba a ser contemplado en lugar público, o por decisión del que pagó la obra, el pintor no lo refleja) para depositarlas, junto con todo el dinero que llevaba, a los pies de su progenitor, como signo de plena ruptura con el mundo.
Pedro de Berbardone, a la izquierda y llorando, estupefacto y echo una furia, recogió las pertenencias de su hijo “enloquecido” y se marchó sin decir nada.
Entonces el prelado, con lágrimas en los ojos, se acercó al joven y lo vistió con su propio manto, escondiendo, en los grandes dobleces de éste, su penosa desnudez; a continuación, lo estrechó fuertemente contra su corazón.
Pintor peruano nacido en Cuzco, a Marcos Zapata se le conoce como uno de los últimos representantes de la escuela cuzqueña. Zapata se especializó en pintura religiosa, y entre los años 1748 y 1764 pintó cerca de 200 obras.
Una de las más importantes, la serie de 24 cuadros dedicados a la vida de San Francisco de Asís que fueron destinadas en 1748 a la orden capuchina de Santiago de Chile.
Más tarde en 1755 pintó 50 telas sobre el tema de la Letanía Laurentina para la Catedral del Cuzco y en 1762 cerca de 73 trabajos para La Compañía en Cuzco.
Su estilo influyó en los artistas de su época, y se caracterizaba por su forma especial de representar a la Virgen rodeada de cabecitas de ángeles. Las composiciones Marianas con sus alegorías le interesaron mucho y parece ser que se inspiró para ello en grabados de Christoph Thomas Scheffler de 1732.
Artistas como Antonio Vilca o Ignacio Chacón continuaron su obra.