Escuela brasileña. Siglo XVIII.
"Cristo articulado"
Maravillosa escultura en madera tallada, posiblemente de peral y con ojos de cristal.
Altura: 171 cm.
Nos encontramos ante uno de los ejemplares más portentosos de este tipo de figuras, con un tratamiento de la anatomía digno de la mejor gubia. El escultor no escatima en detalles para mostrarnos un cuerpo masculino con un canon de belleza en su máximo esplendor. Se detiene en esculpir las costillas marcadas en todo el contorno, el esternón, el abdomen, el bajo vientre, pezones y ombligo, continuando con la musculatura de las piernas y terminando con un minucioso tratamiento de manos y pies, donde marca venas, huesos y tendones al más mínimo detalle.
Mención aparte merece la cabeza que es, por si sola, una obra de arte. Nos esculpe un joven Jesús, con una estructura ósea de gran belleza, con pómulos marcados, nariz aguileña y cejas prominentes sobre una honda región orbitaria, donde reposan unos
despiertos y vivos ojos verdes.
Remata el tallista su obra con unos labios carnosos y entreabiertos, que dejan ver ligeramente los dientes, unas orejas de morfología perfecta, bigote y una barba partida de pelo rizo.
No se conserva la parte superior de la vara de madera original que le proporcionaba el movimento de cabeza, de posible manejo a través de la portezuela ubicada en la espalda de la figura. En sustitución, actualmente encontramos una pequeña mecha de madera encolada al cuello, en la que se coloca la cabeza. Sin embargo, la parte inferior de dicho mecanismo sí se conserva, pese a haber perdido su función, pues ya no comunica con la cabeza.