Francisco Gómez de Valencia (Granada 1657 - México, primera mitad del siglo XVIII)
“Memento Mori”
Óleo sobre arpilleria. Firmado y fechado en 1681 al dorso.
140 x 107 cm.
Exquisita representación de la Vanitas de la existencia, pintada por Francisco Gómez de Valencia, y fechada en 1681 en la espalda del lienzo: "Franc• Gomez fat. año 1681".
Este pintor barroco español, nacido en Granada en 1657 era hijo del también pintor Felipe Gómez de Valencia y seguidor del estilo paterno como miembro del taller familiar, uno de los talleres granadinos más activos de la segunda mitad del siglo XVII, influenciado, como tantos otros en la época, por el dominio artístico de Alonso Cano, el Racionero.
En 1679 fallece su padre y toma las riendas del taller hasta, por lo menos, 1685, fecha de la última aparición documentada en Granada del pintor. De esta época es el óleo que presentamos en subasta.
Las profesoras Gloria Espinosa y María Teresa Suárez, en un interesantísimo y muy reciente artículo (2023) en el que dan a conocer nuevas fuentes documentales de la biografía del autor y un lienzo hasta entonces desconocido, llegan a la conclusión “que Francisco Gómez de Valencia debió llegar a México hacia 1687” y no en 1699 como se había supuesto en otros estudios. El pintor, tras tres años de vacío documental, reaparece en 1688, ya en Ciudad de México, en un documento donde informa de su genealogía, inédito hasta la publicación de dicho artículo. La siguiente información que nos dan Espinosa y Suárez del granadino es de 1693, cuando fue nombrado Familiar del Santo Oficio de la Inquisición, cargo con el que obtuvo estabilidad económica, “además de la promoción y el prestigio social anhelados”, razones por las que probablemente había abandonado su ciudad natal. La última información que se tiene de Gómez de Valencia, también en Nueva España, data de 1711, cuando pone de manifiesto su delicado estado de salud a los 54 años.
De entre su más que probable extensa producción, hoy se conservan once lienzos en el Museo de Bellas Artes de Granada —de entre los que sobresalen la “Virgen de las Angustias” y la “Lamentación ante Cristo muerto”, de claras influencias paterna, flamenca y del Racionero— y la “Asunción de la Virgen” en el Museo Nacional de San Carlos, México. Además, queremos destacar la “Presentación de la Virgen al templo”, que saca a la luz Raquel Prados en 1999, y otra obra de la que se desconocía su existencia hasta el año pasado, cuando Espinosa y Suárez la daban a conocer. Se trata de una “Ascensión de Cristo”, que, reproducida en el mencionado artículo, se conserva en el Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble de México, donde, junto con más de quinientas pinturas, había permanecido cerrada en la llamada ‘Caja de Pandora’ durante casi medio siglo. Para más información, les remitimos al artículo, que citamos en la bibliografía.
A estos dos lienzos añadimos ahora el “Memento Mori” que presentamos en esta subasta y que sigue enriqueciendo un catálogo del que, seguro, falta todavía mucho por descubrir.
Es importante tener en cuenta que nuestro cuadro sí que está fechado, a diferencia de la mayoría de su corpus, lo que nos permite situarlo con total seguridad en Granada, pues en 1681 residía, como informa Raquel Prados, “en la Placeta de Chavarría junto a su madre, hermanos y Ana de Valencia, su mujer”. Por aquel entonces, de hecho, ya hacía dos años que nuestro pintor se había hecho cargo del taller familiar y había asumido los encargos que Felipe Gómez de Valencia había dejado huérfanos.
En nuestro óleo podemos apreciar el sentido del color dulce y la facilidad para el dibujo que heredó de su padre. Con delicados trazos, plasma una escenografía barroca, teatral, de bodegón y estancia, casi de meditación de celda religiosa.
El alma humana o ángel de la guarda recuerda a un arrepentido caballero, la fugacidad de la vida, le subraya la vanitas de la existencia. En una habitación con cama y dosel, el orante se deja llevar por el canto de ese ángel que le insinúa con esa mano direccional que la naturaleza se descompone, pero su alma puede ser inmortal; le muestra un bodegón lleno de símbolos: brilla y destaca al centro un cráneo o calavera que es un “memento mori”, un recordatorio de que la muerte es inevitable; un reloj de arena le recuerda el paso del tiempo; descansa sobre un libro, que alude tradicionalmente al orgullo excesivo por el aprendizaje. Pero todo pasa.
Y tras éstos, otros objetos, un Vanitas esperanzador para el más allá. Un mensaje moralista que anima al espectador a considerar su propia mortalidad y cómo vive su vida. Un bodegón que le compara la naturaleza vana de la vida mortal con la posibilidad de la vida eterna. La Cruz como finalidad de su seguimiento y nuevo compromiso, el rosario que le permitirá vivir orando, y el flagelo que cuelga de la mesa, para vivir en penitencia y mortificación.
Parece que el pintor es devoto de la Virgen a la que pone arriba siendo coronada como Reina y Señora por la Santísima Trinidad.
En conclusión, estamos ante un cuadro sereno que no invita a la decadencia o tristeza, sino que porta un legado de aspiraciones esperanzadoras más allá de la vida misma.
Bibliografía de referencia:
- Espinosa Spínola, Gloria y Suárez Molina, María Teresa. (2023). Francisco Gómez de Valencia, un pintor del siglo XVII entre Granada y México. “Boletín de Arte-UMA”, n.º 44, Departamento de Historia del Arte, Universidad de Málaga, pp. 75-85. http://dx.doi.org/10.24310/ba.44.2023.16195
- Prados, Raquel. (1999). Un lienzo inédito de Francisco Gómez de Valencia. “Cuadernos De Arte De La Universidad De Granada”, 30, 303–310. https://revistaseug.ugr.es/index.php/caug/article/view/9101