Gran baúl de tapa curva en madera incrustada y esgrafiada con la técnica de zulaque y guarniciones de hierro forjado. Trabajo Novohispano. Villa Alta de Oaxaca. México. Siglo XVII.

50 x 85 x 43 cm.

El baúl que presentamos es único, porque toda su decoración está centrada en las culturas ancestrales anteriores a la llegada de los españoles, con reminiscencias aztecas. Encontramos elementos de la fauna y personajes que no tienen nada que ver con los extraídos de los grabados llegados de Europa. Esta peculiaridad indica, en nuestra opinión, la voluntad de algún modo reivindicativa de sus orígenes y su cultura, pues con orgullo muestran sus símbolos, evitando la decoración habitual de gusto europeo. De ello deducimos que quizás se trató de un encargo para alguna personalidad importante de la sociedad oaxaqueña. 

Encontramos en la tapa curva, en el centro, una especie de rosetón formado por plumas y hojas; arriba y abajo del rosetón, una misma cabeza con corona emplumada que en nuestra opinión bien podrían representar a Moctezuma; cerrando el círculo, se repite el mismo motivo de un rostro con un curioso tocado; a ambos lados de esta escena central, una elaborada composición de flores y rosetones. Remata la tapa superior en su contorno una cenefa idéntica a la que encontramos en uno de los dos baúles oaxaqueños que se conservan en Zaragoza, en el Museo Alma Mater del Arzobispado.

El frontal presenta una decoración magnífica y nuevamente de marcado carácter autóctono: a ambos lados probablemente un quetzal bicéfalo sobre una peana, que como muy bien indica Dña. Paz Aguiló cuando se refiere a este mismo baúl zaragozano que acabamos de comentar, y que presenta un par de aves parecidas a las águilas en su tapa: “podría tratarse de una pareja de quetzales dispuestos de una manera heráldica a imitación de las águilas en decoraciones europeas. Esta transformación de los elementos animales y vegetales tomados de los grabados europeos en algo propio de su entorno es lo que verdaderamente convierte a los muebles de Oaxaca en la genuina expresión de lo novohispano”.

En la parte central del frontal encontramos a dos personajes indígenas con una lanza a lomos de un animal que parece un caballo con cabeza de felino, además de dos figuras humanas atrapando una serpiente enroscada. Por último, en el centro, bajo el magnífico herraje, una dama con una flor que podría significar la primavera.

Ambos laterales muestran el mismo motivo de un guerrero con escudo y espada defendiéndose de dos leones a los que da muerte.

Vemos semejanzas con nuestra decoración en objetos de orfebrería localizados en antiguas tumbas, objetos en oro y plata, como los pectorales de la orfebrería mixteca o los que más cercanía tendrían con la decoración del mueble que nos ocupa: las piezas de joyería mesoamericana, rescatadas de la Tumba 7 de Monte Albán, precisamente en Oaxaca.

Este tipo de mueble representaba un claro ejemplo de prestigio social de sus poseedores, como indica Gustavo Curiel, al encontrar en los inventarios de familias nobles ejemplos de piezas oaxaqueñas.

A diferencia de nuestro baúl, lo más habitual era que este tipo de mobiliario fuera para la exportación y, por tanto, se decorara pensado en el gusto de la clientela europea, que prefería escenas alegóricas, mitológicas, cortesanas, palaciegas o de vistas de paisajes, ejemplos extraídos de los libros y grabados procedentes de Europa. Como decíamos, esta influencia no se ve reflejada en el espíritu que impulsó la creación del gran baúl que subastamos.

Ejemplares de la misma relevancia del que presentamos, aunque sin la particularidad de la decoración de tradición azteca, se encuentran en diversos museos. Uno semejante al nuestro se conserva en las colecciones del Museo Franz Mayer de México; asimismo un magnífico escritorio forma parte de la colección del Museo Arqueológico Nacional de Madrid; el magnífico baúl de Villa Alta de los marqueses de Mancera de la colección Gerstenmaier; o los dos baúles que, como comentábamos, se conservan en el Museo Alma Mater del Arzobispado de Zaragoza.

La específica y única técnica de decoración oaxaqueña queda muy bien explicada por D. Andrés Gutiérrez Usillos, en “El baúl de taracea de Villa Alta (Oaxaca, Nueva España) de los marqueses de Mancera en la colección Gerstenmaier. Una obra invitada en “contexto” en el Museo de América”: “Uno de los aspectos más interesantes, y que caracterizan e individualizan esta producción de Villa Alta frente a otras carpinterías similares, es el uso del esgrafiado o excavado de los contornos, pliegues, rasgos y sombras de los diseños y figuras, y su relleno con una pasta negra denominada zulaque o zumaque, lo que daría el aspecto muy similar a las estampas xilográficas, [...] la técnica de taracea de madera e incisiones o esgrafiados rellenos de pasta negra, características que definen la producción virreinal de la localidad de Villa Alta, en Oaxaca, México”.

También resulta de interés leer a Aguiló quien explica que la técnica en cuestión se trata de un "embutido de zulaque, pasta bituminosa de cal calcinada y tinte vegetal negro extraído del palo tinte, con la que se forman hilos que se insertan a presión en los surcos realizados en la madera, formando motivos decorativos figurados".

Bibliografía de referencia:

- Aguiló, María Paz. (2008). "Aproximaciones al estudio del mueble Novohispano en España". Publicaciones del CESIC.

- Ramiro Reglero, Elisa. (2020). “Dos baúles oaxaqueños en el Museo Alma Mater De Zaragoza, dotación a la iglesia de Alfocea del jurista Juan Francisco de Montemayor Córdoba y Cuenca”

- Curiel, Gustavo. (Coord.). (2019). Carpinteros de la sierra. El mobiliario taraceado de la Villa Alta de San Ildefonso, Oaxaca (Siglos XVII y XVIII), Ciudad de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 2 vols.