Atribuido a José de Páez (Ciudad de México, 1727 - circa 1790)
"La hemorroisa toca el manto de Jesús y es curada" o “La grandeza de la fe”
Óleo sobre cobre.
30 x 42 cm.
José de Páez fue un pintor activo principalmente entre 1750 y 1780. Según afirma el Museo de América, “realiza modelos de gran dulzura, belleza ideal, rostros ovalados [y] fue un excelente retratista”, desarrollando una temática principalmente religiosa, con interés también en la pintura de castas. Fue pintor predilecto de órdenes religiosas como los franciscanos, los bethlemitas o los oratorianos y realizó para ellas numerosos encargos, aunque dada su amplia y vasta producción de temas universales, se entiende que desarrolló parte de su obra sin un encargo previo, pero con un mercado sólido que compraba sus obras.
De entre sus obras conservadas, destacamos los cobres “Divina Pastora” y “Virgen de Loreto” del Museo de América; el “Medallón de fraile con la Natividad” y “San Juan de Nepomuceno” del LACMA; la “Virgen de la Merced” del Museo Blaisten; y las diez obras del “Ciclo de la vida de la Virgen” de 1772 que se restauraron entre 2015 y 2016 y que se encuentran ubicadas en el santuario de Guadalupe de Chihuahua de México.
A raíz de dicho proyecto de restauración, se realizó un análisis del proceder técnico de José de Páez muy interesante. Según lo que detalla Yana Arantxa Ramírez en este informe académico, el pintor había gozado de un gran éxito en su época, que se vio mermado por un menosprecio generalizado hacia la pintura del siglo XVIII. Ahora, “en las últimas décadas ha existido un esfuerzo por reivindicar la pintura del siglo XVIII”. En este sentido, Magdalena Castañeda, encargada de la restauración de las obras de Páez, “propuso en su tesis de maestría una nueva aproximación a su personalidad artística” y concluyó que el mexicano era “un artista inquieto, con una eficacia discursiva que le permitió vender obra dentro y aun fuera de la Nueva España”.
Preciosa obra que narra la escena bíblica de la hemorroisa, que tocó los flecos del talit de Jesús, tal como se menciona en Mt. 9, 21 y Lc. 8, 44, y en la profecía en Mal. 3,20., y con su gesto obró el milagro. En ella se relata que mientras Jesús caminaba en medio de una muchedumbre apretada, una mujer que sufría hemorragias desde hace 12 años, se acercó por detrás y tocó el fleco de su manto, convencida de que con sólo tocarlo, se curaría. La escena expresa “que es nuestra fe la debilidad de Dios”, que “con nuestra fe viva doblamos las manos de Dios hacia nosotros”, concediéndonos todo lo que es bueno y mejor para nuestra salvación. Tocar el talit de Jesús expresa que se toca la santa ley de Dios, pues un manto tiene 613 flecos que representa, ni más ni menos, que el número de leyes contenidas en la Torá. Los Santos Padres de la Iglesia hacen una interpretación alegórica de esta estampa y la mencionan como un encuentro del Antiguo Testamento que está tocando el Nuevo Testamento. Apreciamos el contraste entre la suavidad cromática del paisaje del fondo, y los colores intensos de la turba que acompaña a Jesús, la expresividad de cada rostro aisladamente, y el notable manejo y perfección del dibujo. Esta obra forma parte de una de esas pinturas religiosas tan demandadas en la Nueva España y otros países americanos, que propició el trabajo colectivo de talleres de los artistas más reconocidos de la época como José de Páez, Miguel Cabrera, Diego de Cuentas y José de Alcíbar. Un cuadro que se transforma en una ventana catequética certera: la fe, aún expresada tímidamente, supera obstáculos y logra imposibles.
Bibliografía de referencia:
-Ramírez, Yana Arantxa. (2021). El proceso pictórico de José de Páez: Ciclo de la vida de la Virgen, santuario de Guadalupe, San Felipe, Chihuahua, México. “Intervención”, 2(24), 250–276. https://doi.org/10.30763/intervencion.256.v2n24.35.2021