Diego Valentín Díaz (Valladolid, 1586-1660)
"Cristo vestido de sacerdote jesuita adorado por ángeles"
Óleo sobre tela.
245 x 205 cm.
Precioso cuadro del vallisoletano Diego Valentín Díaz fechado en 1653, siete años antes de su muerte, en plena madurez.
El pintor, nacido en Valladolid en 1586, es considerado "el pintor más importante de la escuela vallisoletana en la primera mitad del siglo XVII", como afirma el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla Enrique Valdivieso González en el informe de 2017 que adjuntamos con la obra. Como ilustra el catedrático, "las características técnicas de este pintor se reconocen con claridad en la configuración de la anatomía de Cristo y también en la de los dos ángeles que le flanquean, quienes muestran rasgos dulces, amables, profundamente intimistas. Los detalles de los prolijos bordados que llevan los ángeles en su túnica evidencian también la técnica de Diego Valentín Díaz, quien además de pintor fue también un excelente policromador de imágenes escultóricas".
El modelo iconográfico lo repitió múltiples veces, con variantes mínimas (movimiento de los ángeles, inclusión de cartela a los pies de Cristo, inclusión de dos donantes en oración, o con la monja del Monasterio de Santa Brígida, Marina de Escobar, que recibe su dictado, etc).
Este tema fue tendencia en la Valladolid del siglo XVII y su éxito motivó su prolífica producción que podemos encontrar desde Navarra hasta León, pasando por Ágreda, Madrigal de las Altas Torres, Medina del Campo o Alicante. Incluso fue exportado a América “allende los mares”, donde los jesuitas continuaron su misión evangelizadora.
Estamos hablando de una iconografía muy concreta que tiene su origen en la mística vallisoletana Marina de Escobar (1554-1633), en cuyos raptos y éxtasis veía a Cristo, “en su propio rostro y estatura de varón perfecto, de edad de 33 años [...] y en todo esto representaba tanta autoridad y majestad que mostraba ser verdadero Dios como verdadero hombre” (libro I, cap. III, p. 14).
Los mismos padres de la Compañía de Jesús —especialmente su confesor, el padre Luis de la Puente— se encargaron de difundirla a través de la “Vida Maravillosa” y de los sermones que estos religiosos predicaron a su muerte, a partir de 1633.
Esa doble condición, humana y divina, venía definida por la coronación dispuesta por los querubines que le rodean desde la gloria, y adorado por los ángeles que servían también en otras visiones narradas por Marina de Escobar y pintadas también por Valentín Díaz.
Uno de los primeros ejemplos fue el "Cristo vestido de jesuita adorado por ángeles" que el artífice pintó para la iglesia de San Miguel en Valladolid, antiguo colegio jesuítico de San Ignacio, hacia 1615. Precisamente, Diego Valentín Díaz, conoció personalmente a doña Marina a quien retrató en diversas ocasiones.
La obra pone de manifiesto la autoridad del sacerdocio católico y muy especialmente el jesuítico. El hieratismo de Jesús sacerdote no conmueve al espectador, y lo único que transmite es una verdad teológica destinada a la devoción a Jesús, sumo y eterno sacerdote, propagada por los jesuitas y las Madres Brígidas, fundadas por Marina de Escobar.
Lo rodean los ángeles en vuelo y de rodillas en adoración y oración. Los de la izquierda sostienen flores y un mensaje en filacteria: “SPICE IN FACIE CHRISTI, TUI PROTECTOR” 1653. (Mira la faz de Cristo tu protector).
Una obra que demuestra soltura y dominio de los matices, tonos suaves y fríos, reverentes para no distraer la composición ni el mensaje teológico que encierra, y acierto en la elección de rostros y ángeles que nos transportan al Cristo como “verdadero Dios y verdadero hombre”.