Baltasar de Echave Orio (Zumaya, circa 1548 - México, 1624)
"Sagrada Familia con las dos Trinidades"
Óleo sobre cobre.
35 x 26,5 cm.
Exquisito cobre del siglo XVII pintado por Baltazar Echave Orio entre 1607 y 1624, año de su muerte.
Para esta afirmación nos basamos en la frase latina en oro que vuela bajo Dios Padre: “Tres sunt, qui testimonium dant in coelo” (Tres son los que dan testimonio en el Cielo), que pertenece a la obra musical de Gregor Aichinger creada en 1607 por este compositor y sacerdote católico alemán de música sacra. Una composición vocal gregoriana que refleja la verdad trinitaria : “Tres sunt, qui testimonium dant in coelo: Pater, Verbum et Spiritus Sanctus: et hi tres unum sunt. (1 Juan 5:7), “ Tres que son UNO”. Y la que se encuentra como faldoncillo a los pies de la Sagrada Familia, también en oro: “Tres Sunt qui testimonium dant in Terra”.
Composición en dos niveles, el cielo y la tierra. Si dividimos con una línea horizontal el cuadro vemos esos dos mundos, esas dos Trinidades. Una composición también en cruz, la Trinidad Divina en vertical, Dios Padre, Dios Espíritu Santo y Dios Hijo; y abajo la Trinidad Humana pisando suelo, María, Santa Madre de Dios y San José, ambos padres de Jesús que los lleva de las manos, que los hace UNO con el Cielo donde mira.
Pintura que habla de “divinas proporciones”, manufactura de retórica compositiva con la geometría de la pintura novohispana, nobleza y dignidad en cada una de sus pinceladas, imagen con un sentido de realismo basado en la especificidad de los detalles y la perspectiva, sistema que en el siglo XVII fascinó a los pintores americanos y a nuestro autor en especial.
Pintor nacido en Zumaya y formado más tarde en Sevilla, donde conoce las obras de Hernando de Esturmio o de Luis de Vargas. El hecho de vivir de cerca la producción de esta obra que se hacía para enviar a la Nueva España, parece que fue un motivo influyente en su carrera y decidió viajar instalándose en México,
Marchó a México, donde se casa con la hija del pintor Francisco Ibía. Allí desarrolló su formación pictórica, y desarrolló su virtuosismo en el detalle, en la ternura y perfección milimétrica de sus trazos y pinceladas. Conocido como “el de los azules”, este pintor mistifica sus cuadros con el tono del cielo, siempre presente.
Muchas eran las influencias artísticas que llegaban a Nueva España, una de ellas la de los pintores flamencos, fue sin duda la que más marcó su estilo, Martín de Vos o Simón Pereyns y Andrés de Concha.
Su primera obra datada la realizó conjuntamente con su suegro, Francisco Ibía, en 1590 para la vieja Catedral de Puebla, mientras que su obra de carácter individual data ya a partir de 1606, con una Virgen de Guadalupe.
En su taller se formaron varios artistas, entre otros su propio hijo, Baltasar Echave Ibía, y parece que Luis Juárez pudo haber sido asimismo su discípulo. La pintura virreinal de la primera mitad del siglo XVII estuvo marcada fuertemente por la influencia del estilo salido del taller de la familia Echave.
Obras suyas destacables son Porciúncula y La Visitación, fechadas en 1608 – 1610 y realizadas para el retablo mayor de iglesia de los franciscanos de Tlatelolco, que actualmente forma parte de la colección del Museo Nacional de Arte, como también forman parte del mismo La Anunciación y La Adoración de los Reyes.