Miguel Cabrera (Antequera de Oaxaca, México, 1695 - México, 1768)
"Dolorosa" y "San Francisco de Asís"
Pareja de óleos sobre cobre. El primero firmado "Michl. Cabrera pinxit", el segundo "Michl. Cabrera en 1761".
42 x 56,5 cm cada uno.
Miguel Mateo Maldonado y Cabrera nació el 27 de febrero de 1695 en Antequera, actual ciudad de Oaxaca, México. Es considerado el máximo exponente de la pintura virreinal novohispana del siglo XVIII. Fue hijo de padres desconocidos y ahijado de una pareja de mulatos. Se trasladó a la Ciudad de México en 1719, donde inició su preparación artística. Cabrera pintó retablos en la iglesia jesuita de Tepotzotlán, Estado de México, en la iglesia de Santa Prisca en Taxco, Guerrero y en las catedrales de la ciudad de México y Puebla.
Cabrera no sólo era pintor, sino que participó también en el intento de fundar una academia de Artes en 1753 y en 1756 se consagró como un intelectual, no sólo como artista, ya que publicó una narración sobre la imagen de la Virgen de Guadalupe en la imprenta del colegio jesuita de San Ildefonso. Su producción incluye además de la pintura de caballete, diseño de retablos, obras de gran formato, así como pequeñas obras en cobre y escudos de monja. La pintura religiosa de Cabrera produce figuras de notable belleza, una belleza entendida bajo los supuestos ideológicos de la devoción propia de la época. Es un arte refinado que posee una riqueza cromática bien dispuesta, se sostiene por un gran trabajo de composición y no menos importante, un dibujo sutil y expresivo.
De todos los pintores de esa época, Cabrera fue el de mayor personalidad; el tratamiento convencional en sus figuras fue sin duda la base de su manera de pintar, pues colocaba en sus cuadros modelos que no eran ideales, sino que correspondían a personas que el artista conocía y trataba, como cuando incorporaba en algunos cuadros, retratos de donadores o de los llamados “prelados” pues tenía la necesidad de observar directamente y copiar de la naturaleza. Fue nombrado pintor de cámara del arzobispo Manuel Rubio y Salinas, quien le encargó estudiar y pintar la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, reproduciendo el ayate. La imagen fue enviada al papa Benedicto XIV, de quien obtuvo el máximo reconocimiento como pintor guadalupano. Entre los retratos que realizó, destacan el realizado a Sor Juana Inés de la Cruz, resguardado en el Museo Nacional de Historia, y el de Juan de Palafox y Mendoza, ubicado en el Museo de Arte Colonial de Morelia, Michoacán, México.
La obra de Cabrera está presente en numerosas colecciones públicas y privadas, como la Pinacoteca de La Profesa, la Colección Andrés Blaisten en México y el Museo de América de Madrid, que cuenta con una serie de castas integrada por dieciséis pinturas, quizás una de sus obras maestras.
Procedencia:
- Colección particular Bilbao.