Escuela colonial. Quito. Ecuador. Atribuible a Manuel de Chili "Caspicara" (Quito, 1723 - 1796).
"Santa Teresa de Jesús, como Doctora De la Iglesia"
Escultura vestidera en madera tallada y policromada.
Altura: 77 cm.
Magnífica escultura de candelieri (para ser vestida). Con el hábito carmelitano en marrón, ricamente adornado, y su capa tostada garbanzo, con florestas y bordados. Lleva el birrete de doctora. Le falta la pluma “de la inspiración” en su mano derecha, y “la palomica posada” en la izquierda, tal como llamaba ella al Espíritu Santo. En el pecho porta una joya bordada en hilos de plata con el Niño Jesús en su interior, símbolo de su amor inflamado por Él, y que tanto le siguió y persiguió en su vida. Es la representación del famoso grabado de Antonius Wierix (Amberes, c. 1555/1559 - 1604) que estaba en su celda y que tanta paz y amor le daba el contemplarlo.
Nuestra escultura es, sin duda, un maravilloso exponente de la imaginería quiteña. Guarda importantes semejanzas con la "Imagen vestidera de la Virgen de la Merced" o "Peregrina de Quito", circa 1700-1750, conservada en las colecciones del LACMA, Los Angeles County Museum of Art.
Conserva sus ropajes originales en seda bordada, hilos de plata, pedrería e hilo. Porta en el pecho un corazón en seda bordada con el corazón inflamado del Niño Jesús, realizado en vidrio pintado, en su interior.
Manuel Chili, conocido por su nombre artístico, "Caspicara", fue uno de los más importantes escultores indígenas de la denominada Escuela Quiteña del siglo XVIII.
Fueron sus maestros Diego de Robles y Bernardo de Legarda, con los que colaboró de joven en sus talleres.
De hecho, se le considera el sucesor de Bernardo de Legarda en el arte de la imaginería. Realizó magníficas esculturas especialmente en madera o mármol.
Caspicara se inició en la imaginería a una edad muy temprana, según indica el historiador Jaime Aguilar de Paredes, hasta llegar a alcanzar la maestría que lo colocó al nivel de los autores europeos.
Especializado en los motivos religiosos en madera y mármol, su obra se realizó para los altares más importantes de Iglesias y Conventos de la región, aunque de la misma manera llegó a Europa para formar parte de las colecciones de la nobleza y monarquía.
La escuela quiteña, con Caspicara a la cabeza, alcanzó su máximo esplendor en los siglos XVII y XVIII, siendo de gran prestigio entre las colonias como en la Corte española en Madrid.
Fue una de las actividades que más ingresos económicos aportó a la real Audiencia de Quito.
Es conocida la frase que se atribuye al Rey Carlos III, refiriéndose a dicha escuela: “ No me preocupa que Italia tenga a Miguel Ángel, en mis colonias de América yo tengo al maestro Caspicara”.
Sus obras más conocidas se encuentran en la catedral de Quito y en la iglesia de San Francisco de la misma ciudad, en la Hispanic Society of America.
Asimismo, como indica la voz de la web del instituto Cervantes: “Por la belleza de la forma con que las elaboró, destacan el Cristo de El Belén; el Cristo yacente y la Virgen de la Luz que custodia el Museo del Banco Central del Ecuador; la Asunción de la Virgen que adorna la Iglesia de San Francisco; la Impresión de las llagas, situada en la Cantuña; y en particular, la Sábana santa que pueden admirar los visitantes de la catedral quiteña.
Bibliografía de referencia:
- Aguilar Paredes, Jaime. "Grandes Personalidades de la Partria Ecuatoriana". Ed. Fray Judoco Ricke, p. 104.