"Altar portátil de la Epifanía". Madera tallada, policromada, dorada y alabastro. Castilla. Segundo cuarto del siglo XVI.
Medidas: Cerrado: 32 x 28 x 7,5 cm.; abierto: 32 x 38,5 x 7,5 cm.; alabastro: 15´5 x 10´5 cm.; puertas: 24 x 9´5 cm cada una.
El pequeño altarcito portátil que presentamos se trata de una exquisita pieza renacentista de mediados del siglo XVI en la que se mezclan armoniosamente la madera policromada y el alabastro, la escultura y la pintura. El altarcito es en realidad un tríptico: cuando está cerrado muestra en sus puertas dos delicadas pinturas en grisalla, como suele ser habitual en este tipo de piezas; al abrirlo esas mismas alas contienen sendos relieves de santas mientras que la pieza central la compone un interesantísimo alabastro de la Epifanía o Adoración de los Reyes Magos, que podría ser obra de un taller de Malinas. La arquitectura que contiene todos estos elementos artísticos es muy sencilla, sin ningún adorno ni decoración, tan solo pueden reseñarse las dos elegantes columnas abalaustradas que flanquean el altar y sirven para enmarcar la doble pintura que muestra cuando está cerrado. Este tipo de retablitos o altares responden a una clara tipología devocional fabricados para satisfacer la necesidad que sintieron determinadas personas con cierto poder adquisitivo de poseer una pieza de estas características para disponerla en la capillita u oratorio que tenían en su hogar.
Empezando por las pinturas exteriores, que como ya hemos señalado se trata de grisallas, podemos ver que en cada una de las puertas ha sido efigiado un santo imberbe dentro de una microarquitectura consistente en un nicho de remate semicircular que sirve para dar la sensación de profundidad a la escena y de corporeidad a dichos santos. Entre ambos nichos, en la parte superior, parece apreciarse una especie de óculo o clípeo. En la puerta izquierda se encuentra un santo obispo revestido de pontifical con los ropajes aparejados a su condición, mitra y báculo, mientras que bajo la axila izquierda sujeta un libro cerrado. Con la mano derecha parece sujetar una cinta. Por su parte, en la puerta derecha encontramos un santo que representa todo lo contrario a su compañero puesto que si aquel era obispo éste ha decidido renunciar a dicha dignidad pues eso es lo que significa precisamente la aparición en el suelo del báculo y de la mitra. Viste túnica y una especie de gorro que le oculta las orejas. Ambos santos han sido pintados pormenorizadamente, mostrando unos rasgos faciales menudos y angulosos y unos semblantes pensativos. Las manos, muy delicadas, son expresivas y muestran unos dedos crispados.
Una vez que se abren las puertas nos encontramos con el motivo central del altar tríptico, un delicado relieve en alabastro de la Epifanía que está labrado en diferentes gradaciones para intentar otorgar profundidad a la escena, a lo cual también ayudan las arquitecturas en bajorrelieve del fondo y que consisten en pilares que sostienen arcos de medio punto, tapados en parte por un dosel atado con una lazada. Este tipo de alabastros gozaron de una gran popularidad durante el siglo XVI. Como es usual aún durante este siglo, San José ha sido retratado como un anciano ligeramente apartado de la escena principal, tal es así que también se ha utilizado para él un bajorrelieve muy difuminado. Por su parte, el grupo central, labrado en altorrelieve con algunas partes completamente exentas, lo conforman la Virgen sentada con el Niño, con un aspecto clasicista que recuerda a las matronas romanas, y enfrente los tres Reyes Magos: Melchor, de aspecto barbado, se agacha para ofrecerle el oro mientras que detrás de él y de pie aguardan jóvenes e imberbes Gaspar y Baltasar para darle el incienso y la mirra. Las vestimentas son lujosas y presentan pliegues poco profundos pero dulces y curvados. Especialmente destacable es el atuendo de Baltasar ya que el autor le ha dotado de turbante, en vez de corona, además de una especie de cabezas de animales en hombros y rodillas.
Finalmente, la parte interior de las puertas muestra a sendas santas que ostentaron la condición de reinas como así lo indica el hecho de que lleven coronadas las testas. Al igual que ocurría con los santos de la parte exterior, las santas también se encuentran dentro de unas micro arquitecturas si bien en esta ocasión las hornacinas van rematadas por conchas, detalle típicamente renacentista. Ambas visten vestidos lujosos muy ceñidos en el torso que les otorgan una notable elegancia, a lo cual también contribuyen las posturas en las que han sido concebidas. La santa de la puerta izquierda, que porta un libro abierto en su mano izquierda, es Santa Catalina de Alejandría como así lo indica la presencia de sus atributos más característicos: la espada y la rueda con pinchos, instrumentos de sus sucesivos martirios, y el cuerpo de un hombre derrotado a sus pies que será el Emperador Majencio, su perseguidor. Por su parte, en la puerta derecha encontramos a otra santa con las mismas características formales si bien se ha variado algo sus ropajes. En su mano izquierda porta un libro cerrado mientras que con la izquierda agarra una flecha y un arco. Desconocemos de quién se pueda tratar, quizás por la rareza de dichos atributos pueda tratarse de una santa de devoción local o regional que, a su vez, nos indicaría el lugar para el que fue labrado este precioso altar portátil. Como curiosidad, por la parte trasera del retablo se aprecian una serie de inscripciones, algunas ilegibles y otras legibles como la que dice ““S.DonGregorio” y “Lopez”, que quizás aluda al propietario para el que se realizó esta exquisita pieza.
Agradecemos a D. Javier Baladrón, doctor en Historia del Arte, por la identificación y catalogación de esta obra.