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LOTE 30

Portapaz en plata. Punzón del platero Domingo Durango (Afincado en Daroca y activo en torno a 1580)

Estimación
2.500 € / 3.500 €

Remate: 6.000 €

Portapaz en plata. Punzón del platero Domingo Durango (Afincado en Daroca y activo en torno a 1580)
13 x 11 x 5 cm. pESO: 321 G.
Con forma de edículo o pequeño templete de orden dórico. El banco se adelanta en los extremos con dos plintos sobre los que descansan dos columnas abalaustradas que sostienen un pequeño entablamento sobre el que se asienta un frontón curvo.
Sobre el frontón se despliega una crestería a base de roleos. La escena representada en el cuerpo central es la Virgen sedente con el Niño sentado en su regado. La imagen se cobija en una hornacina y está flanqueada por tres querubines a cada lado. En el frontón, Dios Padre bendiciendo. Dos inscripciones decoran esta pieza, en el entablamento SANTA MARIA y en el banco ORA PRONO (BIS) con una pequeña cruz en el centro. 
Por la parte trasera aparece el asa que le sirve de soporte para colocarlo sobre el altar y para ser pasado de un fiel a otro.
Muestra el punzón del orfebre; O/DUR. Punzón que, según los estudios de platería darocense, realizados por Fabián Mañas Ballestín, corresponden al platero Domingo Durango, activo en torno a 1580 y con obra documentada en diversas localidades como San Martín del Río, Villahermosa del Campo, Báguena, Burbáguena, Lanzuela, Loscos, Lechago, Valdehorna y Villanueva de Jiloca.
Uno de los objetos destinados al culto que ha caído en el olvido es el portapaz. Se trata de una pieza pequeña, que puede estar elaborada con diversos materiales, como el metal, marfil, cerámica, etc., con alguna imagen o signos en relieve. En las celebraciones más solemnes, se pasaba de unos fieles a otros para ser besado en la ceremonia de la paz. 
El origen de esta pieza se remonta a la Edad Media, pero fue a partir del siglo XV y sobre todo en el XVI y XVII cuando alcanzó su mayor apogeo, decayendo su uso a finales del siglo XIX.
Los primeros portapaces presentaban arquitecturas góticas muy elaboradas en su concepción, derivados de los relicarios medievales en forma de edículo. Será en el segundo cuarto del siglo XVI cuando se producirá el cambio tipológico en estas piezas
gracias a la introducción de los modelos renacentistas de platería y tras el Concilio de Trento (1545) se enriquecerá su repertorio iconográfico.  
Desde su origen, estos objetos estuvieron concebidos como pequeñas arquitecturas que contenían una imagen devocional. Juan de Arfe en su Varia Conmesuracion, nos define el modo de hacer un portapaz:
"Dos partes se hace el alto de una paz, 
y una de ellas se pone en el asiento,
hásese su motea de una haz, 
a la manera de un encasamento 
y para que su asiento sea capaz, 
se hace de fornido embasamento, 
y el asa muy ligera porque vaya 
en modo que ni tuerça ni se caiga."

 

Bibliografía de referencia:
- Sanz Serrano, María José. (1982). “Portapaces renacentistas del museo Lázaro Galdiano”. Goya: Revista de arte. Nº 167-168. pp. 258-270.

- Xilocapedia. (21 de agosto de 2015). “Durango, Domingo (platero)”. http://xiloca.org/xilocapedia/index.php?title=Durango,_Domingo_(platero)