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LOTE 120

Escuela colonial. México. Siglo XIX.

Estimación
6.000 € / 8.000 €

Escuela colonial. México. Siglo XIX.
"Retrato de Manuel Soria y Braña, Obispo de Querétaro y confesor del Emperador Maximiliano"
Óleo sobre tela. 91 x 58,5 cm. 
El Padre Manuel Soria y Braña, nacido en la capital queretana, fue Obispo y Gobernador de la Mitra de Querétaro y confesor del emperador Maximiliano de Habsburgo, además de notable y reconocido abogado por el Tribunal Superior de Justicia de Querétaro. También había sido monje oratoriano del Oratorio de San Felipe Neri, Querétaro. 
Tal como nos informa el cronista de Querétaro y Doctor en Derecho Andrés Garrido del Toral, en sus dos artículos referentes a nuestro personaje, el padre Soria “se encargó de dar cobijo y todo tipo de asistencia a las víctimas de la Guerra de Intervención del Segundo Imperio mexicano y sobre todo cuando la contienda se centró en esta ciudad santiaguense del 6 de marzo al 15 de mayo de 1867, en un sitio insufrible de 71 días.”
Como asistente espiritual del cautivo Maximiliano en los últimos momentos de su vida, lo visitó mañana y tarde de de su primer encuentro íntimo, el 15 de junio del 1867, hasta la mañana del 19 de junio del mismo año, cuando el archiduque fue finalmente ejecutado, junto con sus generales Miguel Miramón y Tomás Mejía.
Agustín Rivera, en el libro “La Reforma y el Segundo Imperio”, de Ortega y Compañía, Editores (1904), recoge el testimonio del padre Soria durante las horas de cautiverio de Maximiliano. Gracias a este testimonio, podemos saber que el Vicario ayudó a redactar al archiduque una carta que este le dirigía al Papa pidiéndole perdón por las faltas cometidas como príncipe católico. Asimismo, destaca la única vez en que el Padre vio llorar al archiduque al recibir la noticia de la muerte de su esposa Carlota de Bélgica. La noticia no era cierta, pues Mejía y Miramón se la habían inventado para “hacerle más soportable la muerte a Maximiliano”, en palabras del mismo Soria, pues le atormentaba mucho el hecho de dejarla sola. Por último, resulta curiosa la anécdota en la que, dirigiéndose al Cerro de las Campanas, el padre Soria empezó a convulsionar y fue el mismo Maximiliano quien le calmaba diciéndole que no había que tener miedo: “De manera que el condenado iba auxiliando a su auxiliador”, comenta  Soria en sus confesiones. 

Bibliografía de referencia:
-    Garrido del Toral, A. (15 de noviembre de 2020). “EL CONFESOR DE MAXIMILIANO PARTE I”. La Voz del Norte. Periódico cultural de Sinaloa. https://www.lavozdelnorte.com.mx/2020/11/15/el-confesor-de-maximiliano-parte-i/
-    Garrido del Toral, A. (30 de noviembre de 2020). “EL CONFESOR DE MAXIMILIANO SEGUNDA Y ÚLTIMA PARTE”. La Voz del Norte. Periódico cultural de Sinaloa. http://www.lavozdelnorte.com.mx/2020/11/30/el-confesor-de-maximiliano-segunda-y-ultima-parte/ 
-    Lara Salazar, Ó. (17 de junio de 2012). “Confidencias del padre Soria”. La Voz del Norte. Periódico cultural de Sinaloa. http://www.lavozdelnorte.com.mx/2012/06/17/confidencias-del-padre-soria/