Escuela castellana. Segundo cuarto del siglo XVI
“La Vocación de los primeros Apóstoles”
Óleo sobre tabla. 125 x 71 cm.
Estamos ante una interesante tabla renacentista que representa el episodio de la vocación de los primeros Apóstoles (San Pedro, San Andrés, Santiago y Juan), hecho que guarda un significado alegórico puesto que se trataba de humildes pescadores que tras conocer a Cristo se desempeñaron como “pescadores de humanos”. San Mateo narra dicho pasaje en su Evangelio: “Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: «Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres.» Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron” (Mateo 4, 18-20). A primera vista quedan claras dos cosas: que la tabla se encuentra incompleta o bien que hacía pareja con otra que completaba el episodio, y que de los cuatro apóstoles en esta tabla tan solo han sido retratados tres: son identificables San Pedro en la barca, San Juan imberbe y un tercer santo barbado que será San Andrés o Santiago.
La tabla está compuesta en dos planos: unos más cercano en el que se encuentran las monumentales figuras de los Apóstoles y otro más lejano que va conformando un paisaje que se pierde hacia fondo en una ciudad fortificada con una muralla de la que se perciben dos cubos de la misma, numerosas casas y palacios apenas abocetados y una montaña con arbolado que cierra la vista. El tránsito entre el primer término y la ciudad es un paisaje árido, las orillas del río, tan solo animados por desniveles y una gran roca o montaña en la que parece abrirse una cueva.
Como señalábamos, en primer término, se observan las monumentales figuras de San Juan y el apóstol barbado que caminan por la orilla del mar/lago, en la que en anónimo pintor se ha detenido en detallar elementos anecdóticos como los guijarros o el agua que choca contra la tierra, cuando de repente se giran sorprendidos y dirigen su mirada y sus gestos –incluido el dedo índice de la mano izquierda del apóstol barbado– hacia el hecho extraordinario que no podemos vislumbrar pero que se tratara de un milagro que Cristo ha obrado desde una barca en el interior del lago. Ambos visten túnicas cortas y mantos, dispuestos de diferente manera para evitar la monotonía. Por detrás aparece San Pedro a bordo de una barca –en el extremo derecho se vislumbra medio pez que nos vuelve a interrogar acerca de si la tabla era de mayores dimensiones o bien hacía pareja con otra que completaba el episodio– caracterizado como es usual como un anciano de prominente calva y pelo, barba y bigote canos. Su gesto es severo, como de esfuerzo ante la acción que está realizando: moviendo el remo, para lo cual se le ha retratado en una postura dinámica, con una de las piernas levantadas y los dos brazos elevados para empezar a remar.
Los tres personajes están dibujados con precisión, con un claro predominio del dibujo sobre el color, que se aplica en tonalidades casi planas, apenas modulados por tonalidades similares para intentar crear la sensación de volumen a partir de los claroscuros y las sombras. Los rasgos faciales son menudos y angulosos, con ojos muy pequeños, narices amplias y estrechas, potentes mentones y cabellos individualizados, mientras que los semblantes son pensativos y las anatomías están correctamente tratadas, si bien se percibe un canon ligeramente estilizado.
Aunque la tabla ya se puede conceptuar como renacentista, hay que puntualizar que se trata de un Renacimiento temprano en el que encontramos aún algunas contaminaciones tardogóticas como son la presencia de unos nimbos dorados y en los que se ha utilizado la técnica del puntillado, la misma que vislumbramos en la túnica de San Pedro, decorada con motivos vegetales silueteados con toques rojizos, y también en algunas cenefas de las vestimentas de los otros dos apóstoles. Fechable en el primer tercio del siglo XVI, probablemente sea obra, por los diferentes estilemas, colorido y dibujo, de un maestro castellano que no podemos precisar.
Agradecemos a D. Javier Baladrón, doctor en Historia del Arte, por la identificación y catalogación de esta obra.