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LOTE 30

"Niño Jesús". Escultura en madera tallada y policromada. Escuela sevillana. Primer tercio del siglo XVII.

Estimación
18.000 € / 19.000 €

"Niño Jesús". Escultura en madera tallada y policromada. Escuela sevillana. Primer tercio del siglo XVII.
Sobre su peana original en madera tallada, dorada y policromada. Medidas Niño: 70,5 x 29 x 22,5 cm. Medidas totales: 86 x 34 x 30,5 cm.
La representación escultórica del Niño Jesús gozó de un fuerte impulso en la Alemania de los siglos XIII y XIV, especialmente en los monasterios, en los cuales las monjas les cuidaban como si se tratara de niños de verdad. Ya durante el Renacimiento, y especialmente durante el Barroco, este tipo de representación infantil alcanzó su cénit de popularidad en España merced al fervor que despertaron los temas de la infancia de Cristo tras el Concilio de Trento. Estos Niños Jesús se realizaron preferentemente para capillas y casas particulares y para cenobios femeninos, en los que las monjas les trataban como si fueran sus hijos, confeccionándoles sus ropitas y colocándoles toda suerte de alhajas. En ocasiones el cariño de estas religiosas hacia sus "hijos postizos" llega a tal nivel que les apodaron como "el novio" o "el esposo".
El pequeño Niño Jesús que presentamos viene a copiar el célebre Niño Jesús realizado por Juan Martínez Montañés (1568-1649), quien a su vez parece que se inspiró en grabados de Alberto Durero (1471-1528) o Martín de Vos (1532-1603). Efectivamente, el 30 de agosto de 1606 el "Dios de la madera" se había concertado con Pedro de Cuenca, mayordomo de la Hermandad Sacramental del Sagrario de Sevilla, para esculpir un Niño Jesús triunfante "del tamaño que conviene para unas andas de plata que tiene la Cofradía que será de una vara poco más o menos.. . De madera de cedro de La Habana plantado en un coginito que salga del propio largo de la madera y planta sobre una urneta de madera de borne". Concluida su hechura el 2 de febrero de 1607, por la que percibió 1.300 reales, a continuación, se ocupó de policromarla el pintor Gaspar de Raxis.
Este modelo montañesino, que continuó su discípulo Juan de Mesa (1583-1627), y otros muchos escultores sevillanos y andaluces (los Ribas, Alonso Cano (1601-1667), etc), tuvo un enorme éxito que llevó a producirlo en serie tanto en madera como en metal, especialmente en peltre, de forma que podemos encontrar infinitas copias a lo largo y ancho de toda España e Hispanoamérica. Señalaba el profesor Hernández Díaz que "la portentosa del Niño Jesús de la Sacramental del Sagrario, es una de las representaciones más felices del tema en el arte español, donde el maestro intenta y consigue destacar lo sobrenatural. Montañés en esta versión genial supo aunar el encanto de la infantilidad con el empaque majestuoso del Dios Redentor", y que con "esta imagen escaló la cumbre de la representación del tema, al mostrar la deifica hondura teológica con la singular teodicea, ofreciendo una estatua de enorme ternura y profunda garra que imanta al contemplador".
El ejemplar que se ofrece figura de pie, sobre una peana rectangular con la parte superior forrada de tela con encajes en sus bordes, y con decoración de hojarasca crespa en las esquinas. El Niño figura desnudo, aunque bien pudo estar vestido, mostrando una anatomía estilizada, pero con los músculos y huesos fuertemente marcados. Los brazos aparecen ligeramente separados del torso, en ángulos de 45º. Así, con la mano derecha se dispone a bendecir, mientras que con la izquierda parece que sujetó algún elemento "el Niño Jesús original de Montañés tuvo primeramente una cruz y después, en 1629, el artista Pablo Legot le cambió las manos por otras de plomo para que sujetara un cáliz para así incidir en la alegoría eucarística". Su cabeza, de rostro sonriente e hinchados pómulos, presenta una prominente cabellera compuesta de infinidad de rizos que crean juegos de claroscuros, destacando la moña central que es una característica típica de las creaciones montañesinas, y por lo tanto de todas las copias de sus modelos. Las diferencias con el estilo, y concretamente con el famoso ejemplar de Montañés, queda