"Santiago Peregrino". Escultura en madera tallada policromada y dorada. Escuela castellana. Finales del siglo XVI.
Medidas totales: 105 x 48,5 x 43 cm.
Estamos ante una pieza que presenta un doble interés debido a su exquisita calidad, remarcada aún más por el dorado que inunda sus vestimentas, y también al hecho de que en su espalda se halla excavada una hornacina cerrada por una portezuela con herraje de época, de suerte que nos indica que en su interior se ha custodiado algún elemento del máximo valor, quizás un relicario que contuviera una reliquia del santo patrón de Santiago de Compostela.
El santo, retratado de pie, con un rostro ensimismado, barba bífida de enormes mechones enroscados, anchos bigotes y melena que le cae en diversas guedejas tanto sobre los hombros como por la espalda, ha sido efigiado con los atributos propios de su condición de peregrino. Así, en el frente del sombrero de peregrino que le cubre la cabeza podemos observar la Vieira o concha del peregrino, el icono del Camino de Santiago. Por su parte, en la mano izquierda empuña el bordón de peregrino, en cuya parte superior se encuentra sujeta la calabaza que sirve para guardar el agua con la que hidratarse durante el transitar por los caminos. En la mano derecha porta un libro que acredita su condición de Apóstol. Por su parte, viste el típico atuendo de peregrino, conocido como sarrocchino: túnica larga hasta los pies ceñida a la cintura por un cinto y un manto abrochado en el pecho que le cubre la espalda. Ambas prendas están doradas, y, a mayores, en la parte baja de la túnica el policromador ha pintado una cenefa con motivos vegetales en diversos colores. Las manos están labradas independientemente del cuerpo, y unidas a él mediante vástagos. Da la impresión de que estas manos no son las originales -pues así nos lo indica la forma en que están labradas- sino que fueron sustituidas en un momento posterior, quizás cuando se decidió horadar la espalda del santo y ocultar este espacio por medio de una portezuela rectangular vertical. Este espacio interior parece presentar una especie de peana en la parte inferior, una gran hornacina y en la parte baja de ésta un hueco aún más profundo, todo lo cual nos indica que el elemento introducido en su interior sería de grandes dimensiones y que las horadaciones se apuraron al máximo con la idea de que cupiera a la perfección el desconocido objeto que contuvo el santo en sus entrañas.
Como hemos dicho, la escultura presenta ciertas reformas, una de ellas las manos, pero también parecen pertenecer a este momento posterior el bordón y el sombrero, y, quizás, la apertura de la hornacina en la espalda del santo. Mientras que la imagen podría fecharse a finales del siglo XVI, como así parecen indicarlo los anchos bigotes de origen romanista y los ampulosos plegados verticales de la túnica, las reformas pudieron ser a finales del siglo XVII o bien ya en la siguiente centuria.
Agradecemos a D. Javier Baladrón, doctor en Historia del Arte, por la identificación y catalogación de esta obra.