"Santa Ana Triple". Escultura en madera tallada, dorada y policromada. Gótico. Siglo XIV.
102 x 45 x 39 cm.
Importante ejemplo de la imaginería gótica española, que conserva su policromía original, y que, por su gran dimensión, probablemente formó parte de un importante altar.
Encontramos a Santa Ana en una de las representaciones más frecuentes de la imaginería medieval, conocida como Santa Ana Triple, y que forma parte de las composiciones de la Parentela o Genealogía de Cristo.
Nuestra escultura nos presenta a Santa Ana, sentada en un trono y en posición frontal, como centro de la composición. Tiene en su regazo a María y esta a su vez al Niño Jesús.
El rostro de Santa Ana, especialmente joven a pesar de su edad avanzada, está enmarcado por una toca, por su condición de casada, y por un corto velo. Viste túnica y manto, que caen formando abultados y preciosos pliegues hasta sus pies. Estos descansan en un cojín que acolcha el escabel del trono.
La Virgen María, representada joven, coronada y con la dulce expresión de su juventud virginal, sostiene amorosa al Niño con su mano derecha, quien a su vez se apoya en ella en un simpático gesto, mientras mira al frente, y se nos presenta vestido con una sencilla túnica, para incitar al devoto a la humildad, mostrando así su naturaleza humana.
El culto a Santa Ana tuvo un desarrollo algo tardío en Occidente. Fue a partir del siglo XIII, a raíz de incluir su historia en la “Leyenda Dorada” de Jacopo de la Voragine, cuando empezaron a ser más habituales las representaciones de Santa Ana, extendiéndose por Europa y alcanzando un gran fervor a partir del siglo XV. Fue entonces cuando surgieron cofradías y se levantaron altares en su honor.
No se conservan las manos derechas de Santa Ana ni del Niño Jesús.